- España es el país de la UE con mayor superficie dedicada a este sistema de producción de alimentos
Greenpeace, que este viernes 16 celebrará el Día Mundial de la Alimentación abogando por la agricultura ecológica como "la solución para alimentar al planeta", ha pedido hoy a los partidos políticos que incluyan "propuestas concretas" para apoyarla en sus programas electorales ante los comicios de diciembre.
La ong conservacionista ha planteado a las formaciones políticas españolas que “asuman el reto” de incrementar el suelo dedicado a este tipo de producción de alimentos hasta el 30 % de la superficie agraria total para el final de la siguiente legislatura.También les insta a apoyar medidas que, en el mismo lapso temporal, promuevan un aumento de otro 30 % en el consumo interno de productos ecológicos locales así como una reducción en el mismo porcentaje en el uso de plaguicidas químicos de síntesis, además de la eliminación de los cultivos transgénicos.
Greenpeace advierte de que “aunque España sea el país de la UE con mayor superficie dedicada a la agricultura ecológica, existe aún un amplio margen de crecimiento”.
La ong afirma que las personas “más conscientes” de los impactos ambientales y sanitarios de la agricultura industrial “piden cada vez más productos ecológicos” como demuestra que la demanda de estos productos en la UE se haya cuadruplicado en los últimos diez años.Según datos de 2013, casi el 7 % de la superficie agraria española -más de 1,6 millones de hectáreas- se gestiona bajo los criterios de la producción ecológica mientras que otros países europeos -como sucede en Austria, que destina casi el 20 % de su superficie agraria pero no supera las 542.000 hectáreas- dedican mayor porcentaje aunque el total de espacio empleado sea menor.
En apoyo de este tipo de labranza, Greenpeace ha publicado un informe titulado Agricultura ecológica: los siete principios de un sistema alimentario que se preocupa por la gente en la que sus especialistas resumen la situación de la agricultura industrial con dos palabras: “no funciona”.
Así, apuntan, lo demuestran hechos como que “casi mil millones de personas duermen con hambre todas las noches” mientras otros “cerca de mil millones padecen obesidad y sobrepeso”, cuando el planeta genera “suficiente comida para alimentar a los más de siete mil millones de personas” que viven en él, ya que un “impactante 30 % de la comida mundial se desperdicia”.
A ello hay que sumar la sobreexplotación de los recursos, la reducción de la fertilidad, biodiversidad y calidad del agua y la acumulación de sustancias tóxicas y de desperdicios.
Siete principios/ventajas de este tipo de producción
Por ello su informe argumenta las ventajas de estos siete principios, el primero de los cuales es la soberanía alimentaria, a fin de “empoderar a las personas frente a las grandes corporaciones” y que ellas mismas “controlen los alimentos que cultivan y comen”.En segundo lugar, este tipo de producción beneficia a los agricultores al contribuir al desarrollo rural y la lucha contra la pobreza y el hambre a través de modos de vida “seguros, saludables y económicamente viables”.
Una de las principales ventajas, la tercera, es la posibilidad de producir suficientes alimentos “para todos”, lo que se consigue reduciendo “el uso insostenible de lo que cultivamos” y disminuyendo el desperdicio de alimentos, el consumo de carne y el uso de suelo para obtener bioenergía.
El cuarto principio pasa por estimular la biodiversidad “desde la semilla hasta el plato”, limitando monocultivos dedicados a plantas “genéticamente uniformes” que quitan “refugio a plantas y animales silvestres”.
En quinto lugar, la agricultura ecológica incrementa la fertilidad sin usar sustancias químicas al proteger la tierra contra la erosión, la contaminación y la acidificación, promoviendo la retención de agua y previniendo la degradación de la tierra.
El sexto principio reconoce la protección ecológica contra las plagas y la maleza, sin necesidad de plaguicidas químicos de síntesis, “caros y dañinos para suelo, agua y ecosistema”.
Finalmente, el séptimo punto es su resiliencia, pues crea un sistema alimentario capaz de adaptarse a “las condiciones climáticas cambiantes y a las economías inestables”.
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