"HE SENTIDO FRUSTACIÓN POR NO PODER AYUDAR" GRANADA HOY
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El motrileño que estaba en Nepal regresa a casa después de 36 horas de incomunicación con su familia | Yeray Castro aterrizó anoche en Málaga después de vivir el terremoto en Katmandú sin ser aún muy consciente de lo sucedido
«Hola gente. Gracias por preocuparos por mi estado, no esperaba, ni
mucho menos merezco, tanto revuelo. Estoy bien, en Dublín de camino a
casa. Han sido unos días muy duros y la frustración de no poder hacer
nada al respecto, muy grande. Pero por fin llegando a casa». Con este
mensaje -rematado con un corazón y la palabra Nepal- informó ayer Yeray
Castro a sus amigos a través de Facebook. Atrás quedaban las largas 36 horas en las que su familia estuvo sin saber de él.
Para Mari Ángeles Segura, madre de Yeray, fueron interminables, para el joven, azarosas en busca de un avión que le ayudase a regresar a casa, a Motril, a miles de kilómetros de la dañada Katmandú.
Yeray Castro -que estaba en Nepal por trabajo- atendió anoche a IDEAL
nada más aterrizar en Málaga mientras esperaba la maleta y el abrazo de
los suyos. El joven motrileño contó que, cuando sucedió el terremoto,
estaba a punto de salir a dar un paseo y que, afortunadamente, como
estaba en un hotel bastante nuevo, aguantó el movimiento de la tierra
bajo el quicio de la puerta sin que le pasase nada.
Después comenzó su verdadero viaje al corazón de Katmandú y la frustración de la que habla al no poder ayudar. «En realidad, yo era un refugiado más. No me quedaba dinero, no tengo conocimientos de primeros auxilios y en verdad sentía que estorbaba porque ya había mucha gente echando una mano», relata Yeray que colgará fotos del desastre y que ayudará desde Motril.
Lo primero que hará en cuanto llegue a casa será buscar «líneas de ayuda» para colaborar con el país: «Hacen falta agua y mantas. Las casas son antiguas y de mala calidad. Ya daban miedo antes de todo esto», cuenta el motrileño.
Yeray se encontraba ayer sorprendido por la expectación que había generado su estancia en Nepal y agradecido por tanto cariño. En realidad, mientras su familia se imaginaba que algo había podido pasarle, él trataba de salir de Katmandú en el vuelo para el que ya tenía billete. El que pensaba coger inicialmente, lo cancelaron y, como cerraron el aeropuerto, se fue con un grupo de británicos a su embajada a pasar la noche.
«Mandé un mensaje diciendo que estaba bien después de la réplica. Me di cuenta mucho más tarde que no había llegado. No sabía que estaban tan preocupados. Allí no había comunicación. Una española me dejó utilizar su móvil pero llamaba y no se me escuchaba», explica Yeray que por fin pudo comunicarse cuando aterrizó en Abu Dabi. De ahí voló ayer a Dublín y de tierras irlandesas a Málaga donde aterrizó por la noche, cansado, y con muchas ganas de ver a su familia.
Por la tarde, el secretario general de Podemos Motril, ya había vuelto a la 'normalidad' en Facebook y colgó algún enlace de política y otro de una cerveza de fabricación casera que produce. Yeray Castro volvía ya a contactar con los suyos como siempre. «Aún no soy muy consciente de lo que ha pasado. He visto algunas imágenes en el aeropuerto y es impresionante», dijo anoche sin plantearse todavía si había vuelto a nacer.
Tras el temblor, el motrileño salió del hotel y fue entonces, dos calles más abajo, cuando vio la desolación creada por el seísmo. Las casas estaban derrumbadas, ha contado, «y las que no, se terminaron de caer con las réplicas». La primera noche durmió en un descampado junto a otras muchas personas porque «teníamos miedo a estar cerca de edificios». El segundo terremoto de mayor intensidad le pilló en el hotel cuando fue a recoger sus pertenencias. Ahora, ya está a salvo.
Para Mari Ángeles Segura, madre de Yeray, fueron interminables, para el joven, azarosas en busca de un avión que le ayudase a regresar a casa, a Motril, a miles de kilómetros de la dañada Katmandú.
Después comenzó su verdadero viaje al corazón de Katmandú y la frustración de la que habla al no poder ayudar. «En realidad, yo era un refugiado más. No me quedaba dinero, no tengo conocimientos de primeros auxilios y en verdad sentía que estorbaba porque ya había mucha gente echando una mano», relata Yeray que colgará fotos del desastre y que ayudará desde Motril.
Lo primero que hará en cuanto llegue a casa será buscar «líneas de ayuda» para colaborar con el país: «Hacen falta agua y mantas. Las casas son antiguas y de mala calidad. Ya daban miedo antes de todo esto», cuenta el motrileño.
Yeray se encontraba ayer sorprendido por la expectación que había generado su estancia en Nepal y agradecido por tanto cariño. En realidad, mientras su familia se imaginaba que algo había podido pasarle, él trataba de salir de Katmandú en el vuelo para el que ya tenía billete. El que pensaba coger inicialmente, lo cancelaron y, como cerraron el aeropuerto, se fue con un grupo de británicos a su embajada a pasar la noche.
«Mandé un mensaje diciendo que estaba bien después de la réplica. Me di cuenta mucho más tarde que no había llegado. No sabía que estaban tan preocupados. Allí no había comunicación. Una española me dejó utilizar su móvil pero llamaba y no se me escuchaba», explica Yeray que por fin pudo comunicarse cuando aterrizó en Abu Dabi. De ahí voló ayer a Dublín y de tierras irlandesas a Málaga donde aterrizó por la noche, cansado, y con muchas ganas de ver a su familia.
Por la tarde, el secretario general de Podemos Motril, ya había vuelto a la 'normalidad' en Facebook y colgó algún enlace de política y otro de una cerveza de fabricación casera que produce. Yeray Castro volvía ya a contactar con los suyos como siempre. «Aún no soy muy consciente de lo que ha pasado. He visto algunas imágenes en el aeropuerto y es impresionante», dijo anoche sin plantearse todavía si había vuelto a nacer.
Como los de Granada
Yeray Castro recuerda que cuando la tierra se abrió él estaba la
habitación del hotel en el que se hospedaba, en la tercera planta, «a
punto de salir», cuando comenzó a sentir que el suelo temblaba bajo sus
pies. En los primeros segundos pensó que se trataba de un pequeño
terremoto como los que a menudo se sienten en Granada pero pronto la
intensidad creció. «Me puse debajo del marco de la puerta y vi por la
ventana cómo se caían los muros de los edificios de alrededor y los
bidones de agua que hay encima de los tejados. Todo temblaba como no
había sentido jamás», narra Yeray.Tras el temblor, el motrileño salió del hotel y fue entonces, dos calles más abajo, cuando vio la desolación creada por el seísmo. Las casas estaban derrumbadas, ha contado, «y las que no, se terminaron de caer con las réplicas». La primera noche durmió en un descampado junto a otras muchas personas porque «teníamos miedo a estar cerca de edificios». El segundo terremoto de mayor intensidad le pilló en el hotel cuando fue a recoger sus pertenencias. Ahora, ya está a salvo.
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