TODOS LOS CAMINOS CONDUCEN A MACHÍS.
GRANADA HOY
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A pesar de la reacción en casa y de seguir con vida, a este
Granada le matará y le seguirán matando las decisiones tomadas el verano
pasado
La
derrota justa y merecida del sábado en Leganés, que deja con un pie
(mental) en Segunda al Granada es imposible de explicar sin el contexto
de todo lo que ha acontecido en el club desde junio del año pasado. Las
venta tardía, la improvisación en la estructuración del club, la venida
de un entrenador con gusto por las cerillas y la gasolina, la
prepotencia a la hora de desterrar todo aquello que oliera a Pina y algo
menos a Pozzo... Todo ello desembocó en el arroyo Butarque de golpe y
porrazo. Una plantilla donde solo la mitad valen-quieren jugar, acuciada
por un calendario nada benévolo, y castigada por dos jugadores que al
menos se ganaron el derecho a réplica durante la pretemporada pero que
tenían echada la cruz encima por parte de Jémez y Piru. No se engañen.
Lucas Alcaraz está tratando de alimentar todavía un milagro sobre los
escombros de lo que un día fue un equipo. Estar vivos a estas alturas,
aunque gravemente heridos, todavía es un premio.
"Son días
Darwin Machís salió
del Granada CF por la puerta de atrás. El venezolano llegó al club de la
mano de Gino Pozzo en 2012, cuando el equipo recién acababa de salvarse
por primera vez de forma agónica en este ciclo en la máxima categoría.
Vitória de Guimarães, Hércules, Huesca y Leganés. El tucupitense se ha
vestido con todas esas camisetas en estos cinco años. La rojiblanca la
vistió más veces en el filial que en el primer equipo. Ni tuvo
oportunidades con la anterior gestión del club, ni con la actual, que le
vio prescindible porque tenía que venir el fichajazo de la Mangosta
Angulo. El tiro salió por la culata, y más mandándolo al Leganés cuando
había detrás un Córdoba, por ejemplo, y encima sin ponerle cláusula del
miedo. El perdón no debía pedirlo él, si no aquellos que sólo miraron el
carnet de identidad.
LA ALARGADA SOMBRA
El
granadinismo sería ingenuo si creyera realmente que lo que ha llevado al
equipo a esta situación iba a desaparecer de golpe y porrazo, como por
arte de magia, y que el equipo iba a empezar a ganar más veces que a
perder, y que la salvación llegaría sumando aquí y allí. No. Los actos
tienen consecuencias. La planificación de un equipo se hace en verano, y
cuantos menos errores se cometan en esa época, menos arreglos tendrán
que acometerse en invierno. El Granada hizo las cosas muy mal durante
julio y agosto, tanto que los principales responsables del desaguisado
ya no están en el club. En el caso del entrenador, desde hace muchos
meses. En el del director deportivo, menos tiempo, pero con una
incidencia brutal comprobada en que, de la plantilla que confeccionó,
sólo valen trece jugadores. Rubén Pérez, Darwin Machís, Edgar Méndez,
Fran Rico, y porque Babin está lesionado, que si no, también es capaz de
marcar dentro de dos semanas. Alguien fue de sobrado sin saber que no
podía.
LA REALIDAD
Cuando el Granada se
ha salvado de descender, estas finales no las perdía. O bueno, al menos
perdía una. El resto las ganaba o empataba. Me pongo en la piel del
bético que perdió en Los Cármenes con aquel gol de Piti. Su sensación
sería la misma con la que nos quedamos la mayoría el sábado al perder en
Leganés: hasta aquí hemos llegado. Quedan más de diez jornadas, pero ya
es hora de ir asumiendo que lo que le hace falta es una quimera. Vencer
a los grandes acompañándolo de triunfos fuera de casa. Enganchar, en
resumen, una racha de cuatro victorias seguidas para arreglar el
desajuste de cuentas del otro día. Y claro, ya llevamos muchas jornadas
para saber ponderar hasta dónde llegan los milagros.
AUNQUE...
Claro, que también el
Granada hizo la de Sandoval, y eso de hablar a las claras de descenso ya
sabemos que hay que ponerlo en entredicho. Si se pudo aquella vez, en
esta que quedan doce jornadas ni te cuento. Pero claro, las dinámicas y
los clubes cambian. Y si lo es tanto como el Granada del verano pasado,
más aún.
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